viernes, 29 de junio de 2012

EL BULBO... SU HISTORIA




El bulbo… No, el que está a la derecha de la imagen hablando por el móvil no es el bulbo, es Jacobo. El bulbo es esa protuberancia enorme que se ve a la izquierda en la proa del buque y que lleva las iniciales JF que no sé qué sentido tienen, porque el buque es el José María Entrecanales. La utilidad del bulbo de proa es fundamental a la hora de economizar combustible, ya que favorece la hidrodinámica del casco.

El invento se descubrió por casualidad. Resulta que durante la II Guerra Mundial, cuando empezó a desarrollarse con ganas la lucha antisubmarina, se procuraba instalar el sonar de detección de submarinos lo más hacia proa posible con el fin de alejarlo de las turbulencias generadas por las hélices del propio buque. Eso os lo puedo constatar, debido a mi faceta de hidrógrafo. La historia debió ser más o menos así:

1943 A bordo del destructor USS Salaito en alguna parte del Atlántico Norte.

- Capitán de Corbeta Mckenzie: ¿Detecta algo Murphy?

- Sonarista Murphy: Negativo señor, las putas propellers provocan demasiado noise y no escucho un carajo.

- Cap C. Mckenzie: I understand, habrá que resolving the problem…cojones. ¿Qué sugiere?

- Sonarista Murphy: Quizá si montamos el device más hacia la bow, lo mismo listen mejor.

-Cap C Mckenzie: Good idea marinero. Que llamen al manitas Hands¡¡¡

-Cabo especialista Hands: Señor, se presenta el Cabo Hands señor¡¡¡

-Cap C Mackenzie: Le ordeno que tenga una good idea para que el pollo Murphy, listen good a los U Boote boches.

-Cabo Hands: Señor sí señor¡¡¡ Se me ocurre montar el device en la proa con un con un carenado y un par de cojones, señor¡¡¡¡

-Cap C Mackenzie: Buena idea Hands. Y olvídese de chillar tanto que no está en los Marines, la Virgen del Carmen.

Dos días más tarde:

- Capitán de Corbeta Mckenzie: ¿Detecta algo Murphy?

- Sonarista Murphy: Afirmativo señor¡¡¡ Eco al 246, a dos cuartos de milla señor¡¡¡ I geard del carajo the torpedo que acaban de lanzar¡¡¡

- Cap C Mackenzie: Todo a starboard cagando milk¡¡¡
(minutos tensos)

Uf picha, por los hairs…  Para the nex, intente detectar antes al submarino que al torpedo, cojones.


- Murphy: Lo siento señor, es que arrastro una otitis del carajo de big desde hace days.

El caso es que, una vez que el sonarista Murphy se recuperó de la infección de oídos provocada por sacarse el cerumen con el lápiz, se comprobó que el sonar resultaba mucho más efectivo instalado en proa y que sorprendentemente, el buque mejoró sus prestaciones manteniendo la máxima velocidad con menor gasto de combustible, con lo cual, el tío Sam se puso muy contento y dejó de cantar blues sureño y se pasó al twist.

Desde entonces los cascos de los grandes buques se han desarrollado con estos bulbos de proa ya que reducen la resistencia hidrodinámica en un porcentaje que ronda el 15% con el consiguiente ahorro de combustible. Es como llevar a un pequeño submarino en la proa del buque que va abriendo el agua ante el paso del casco del buque. Vamos, que el bulbo es cojonudo, aunque Jacobo lo es más.


lunes, 25 de junio de 2012

ME LLAMO OLDSMOBILE EIGHTY EIGHT


(LA HISTORIA Y LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES SALVO EL DEL COCHE, SON FICTICIOS, AUNQUE EL CONTEXTO HISTÓRICO ES REAL)


Me llamo Oldsmobile Eighty Eight, soy hijo de General Motors y nací en el 58 en la ciudad de Lansing – Michigan. Estoy dotado de un poderoso motor de gasolina V8 que me confería en mis tiempos mozos una potencia de 265 hp necesarios para mover mis casi dos toneladas de acero. Me trasladaron a un concesionario de Virginia Beach donde me compró un Coronel de Inteligencia Militar destinado en la base de Norfolk. Era un regalo para su señora, Sarah O’Sullivan, una sureña estirada y cursi con la que llevé una vida tranquila, más bien aburrida. Que si el té en casa de la mujer del General, que si un acto social con las del ejército de salvación, que si el criquet en el club de Jefes y Oficiales… En fin, la clásica vida de la mujer de un militar de alta graduación a finales de los 50.

Dos años más tarde, en 1960 a la señora O’Sullivan le dio una alferecía cuando en una ocasión, escuchó jaleo en el garaje y se encontró a su adorable hija de cabellos dorados, con las compuertas abiertas sobre mi capot y recibiendo jarilla del hijo del jardinero, negro como el tizón y con un torpedo que ya hubiera querido para sí el Coronel. Desde aquella madrugada la señora O’Sullivan, traumatizada por la visión, me echó la cruz, echó al jardinero y no volvió a conducirme más, de manera que el Coronel decidió venderme a un joven piloto de la US Navy destinado en la base aeronaval de Oceana, a unos 22 km al este de Norfolk.

Al joven oficial no le convencía mucho mi color, pero estaba impecable, olía a rosas menos en el capot, me vendían a buen precio para un oficial recién salido de la academia, y a su novia Peggy Sue le molaba. Mi vida en esa etapa fue un poco más agitada y truculenta. Mientras que el oficial se cualificaba en el manejo de los recién llegados Phantom F-4 llevé una vida de excesos propios de un joven oficial con ganas de comerse el mundo y con una novia pelín guarrilla. Entre semana la cosa se limitaba a los tránsitos entre la casa y la base aérea, pero los fines de semana eran una locura. Cuadró el verano y las borracheras del oficial y sus bacanales con la zorrilla de Peggy pasaron factura a mi tapicería, que quedó hecha una pena a cuenta de los fluidos corporales, la cerveza y la pringue de las palomitas. Además el oficial descuidó mi mantenimiento y lo único que le echaba a mi motor era gasolina.


Afortunadamente para mí, en mayo del 62 al oficial lo destinaron a la base de Da Nang, un lugar a tomar por culo en Asia, donde se fraguaba una guerra bastante importante, así que de nuevo me pusieron a la venta. Esta vez me compró un Sargento mecánico de aviación destinado en la misma base que el oficial. Era afroamericano, corpulento como los C-130 de los que se ocupaba. El Sargento Ronny fue una bendición para mis entrañas. Puso a punto mi maquinaria, eliminó los rasponazos que recibí a cuenta de las borracheras del oficial, y aunque el tipo era soltero, llevaba una vida bastante tranquila dirigida por los consejos de su guía espiritual, el reverendo James Browm… no, afortunadamente para él no tenía nada que ver con el cantante.
A Ronny le gustaba salir a carretera y conducir a buen régimen, como solo sabe hacerlo un buen mecánico, le encantaba conducir mientras escuchaba buen blues.


Corría el año 1964 y a Ronny le llegó la hora de cambiar de destino, le tocó nada menos que una base localizada en el Sur de Europa, concretamente España, para más señas, en la localidad de Torrejón (Madrid). Pensé que sería vendido de nuevo, pero cuando menos me lo esperaba, me vi en el interior de la bodega de un transporte de USAF camino de aquel lugar exótico. Cuando me sacaron de la bodega del StarLifter y me pusieron a circular por las estrechas y maltrechas carreteras españolas, aluciné en colores, tanto como los paisanos de aquel país cuando me veían pasar. Recuerdo aquellos diminutos coches como el 600, que gastaban menos que un Zippo y que pese a su reducido tamaño, los españoles no se cortaban a la hora de meter gente y equipaje en su interior, y recuerdo cómo se frotaban las manos los dueños de las gasolineras cuando Ronny me llevaba a repostar. Les oía decir, ese necesita un camión de la Campsa para circular.


Ronny me siguió cuidando hasta el 1968, pero el destino quiso que también acabara en Da Nang, pues la crisis en el sudeste asiático se agravó y hacía falta personal competente. Desgraciadamente Ronny no pudo llevarme con él y quedé estacionado en un depósito de la base en la zona americana durante varios años hasta que me subastaron.


A un precio humillante me compró un tal Paco Morcillo, un constructor que se estaba forrando construyendo pisos en Benidorm. Corría el año 1975 y la ciudad alicantina empezó a ponerse de moda en el panorama turístico internacional. A Paco le encantaba fardar y con un coche como yo, en aquellos tiempos resultaba fácil en España. A diferencia de Ronny, Paco solía escuchar a un tal Manolo Escobar que cantaba algo así como “dónde estará mi carro” canción que me ponía los pelos de punta porque llegué a pensar que en España era normal que te robaran. Pero Paco tenía un serio problema… era ludópata. Tanto casino a mano lo llevó a la ruina y tuvo que pagar deudas con sus propiedades y no me libré de ser moneda de cambio. Le toqué a un infeliz que creyó haber hecho un buen negocio conmigo sin caer en la cuenta de que mi consumo de combustible no estaba al alcance de su bolsillo, algo que comprobó el primer día que me condujo, así que tuvo que renunciar incluso a venderme porque en aquella España no era factible y menos después de la primera crisis del petróleo del 73.


De nuevo pasé a esperar a un depósito, esta vez cerca del Campello (Alicante). Me echaron una lona por encima y pasé largos años a la sombra mientras mi maquinaria se atrofiaba. Anhelaba al bueno de Ronny y el sonido del blues, pero a saber qué fue de él.
Un día, ya en el siglo XXI, alguien me destapó y se ocupó de remozarme de nuevo. Eché un vistazo a mi alrededor y de aquellos 600 solo quedaban algunos ejemplares que estaban incluso peor que yo. Los coches que circulaban eran pura estética, con motores afeminados y un material que denominan plástico que me inspiraba muy poca confianza, coches sin carácter, aunque rápidos y con algo en su interior a lo que llaman electrónica.


Me remozaron y alguien me compró de nuevo. Era un tipo entrado en años, ya retirado y con dinero. Me tuvo un par de años pero solo me sacaba ocasionalmente en eso que llamaban concentraciones de coches retro. Me resultaba un poco ofensivo, pero al menos pude reencontrarme con algunos de mi especie, Cadillac, Pontiac, Ford… mas, no vi a ningún Oldsmobile.


Me pasaba la mayor parte del tiempo aburrido, encerrado en un garaje, aunque al menos estaba cuidado, hasta que un día eché de menos las visitas del viejo y al mecánico que se ocupaba de mí. Pasaron los días y las semanas y nadie entraba en el garaje, hasta que una mañana bastante lluviosa entró un tipo joven acompañado de un notario y dijo, este tiesto no lo quiero para nada. Después se marchó en un coche de colores chillones, con unos alerones feísimos y nombre japonés. Comprendí que el viejo había muerto y que mi destino quedaba de nuevo en el aire.


Acabé expuesto frente a un desguace en la antigua nacional cerca de Alicante. Esta mañana un tipo se detuvo enfrente con su coche, se bajó y estuvo admirándome un rato a la par que me hacía unas fotos. Por sus pintas, descarté que me fuera a adquirir, pero me sentí agradecido por su mirada respetuosa y por el detalle de detenerse exclusivamente para sacarme algunas fotos.
Dicen que hay algo que se llama Internet en el que se pueden colocar las fotos con la posibilidad de que las pueda ver todo el mundo. Lo mismo Ronny sigue vivo y tiene esto de internet, lo mismo este tipo sube las fotos y Ronny me ve y regresa para recuperarme. Lo mismo ya estoy condenado porque Ronny ya no está, o no le intereso, y estando en un país como España, del que dicen que está en crisis, difícil será que alguien me adquiera con este V8 de gasolina, mi maquinaria sin repuestos y mis casi dos toneladas de acero…


Me llamo Oldsmobile Eighty Eight y nací en el 58.

jueves, 14 de junio de 2012

LOS FTALATOS Y LAS POLLAS DE PLÁSTICO


FTALATOS… Suena raro ¿verdad? Hoy he visto un documental que trataba sobre el impacto medioambiental de los plásticos, y una de las cosas que trataron fue el efecto que producen los ftalatos en el ser humano. ¿Qué son los ftalatos? Pues son unos componentes químicos que se emplean para dar flexibilidad a los plásticos. Nuestros abuelos no tuvieron nunca restos de ftalatos en su organismo porque entonces no había plásticos, pero hoy día ya sabemos la repercusión que tienen en nuestras vidas, sobre todo cuando se trata de recipientes y otras cosas raras.


Pues bien, por alguna razón, evidentemente relacionada con nuestro contacto con los plásticos, los ftalatos se han transferido al organismo de los seres humanos, lo cual es un problema, sobre todo cuando se trata de niveles altos en la sangre materna, que puede afectar a los fetos. La “razón” parece ser la utilización de juguetes sexuales realizados con materiales que contienen ftalatos, sustancias que contaminan el cuerpo de manera gradual, y que en el caso de las madres, acaban transfiriéndose al feto.


¿Qué cómo afecta al feto? Al parecer los ftalatos provocan la disminución de la producción de testosterona en el caso de los niños, feminizando a las criaturas, ya que afecta al aparato reproductor de los varones. Lo de “feminizar” nada tiene que ver con la orientación sexual de la criatura, es simplemente que su órgano reproductor se ve seriamente afectado, reduciéndose la producción de testosterona en favor de los estrógenos.


El uso de ftalatos en los juguetes está regulado, está prohibida su utilización para estos menesteres, de manera que los riesgos de asimilación quedan controlados salvo en el caso de los productos made in China, pero en el caso de los juguetes sexuales no existe regulación alguna. Así que la moraleja que extraigo de todo esto es, que quien con pollas de goma juega, eunuco a su descendencia deja.


Lo que no entiendo es cómo habiendo carne, la gente se empeña en utilizar plásticos… me da que la carne va a menos a medida que los sementales se atiborran de mierdas, se depilan y se ponen cremitas de sabores en la porra, y claro, las señoritas recurren al plástico modelado a base de ftalato, algo que no hace más que agravar el problema, porque después las nuevas generaciones de niños salen con la antena atrofiada y no dan señal, con lo cual, como la cosa siga por esos derroteros, recurrir a las pollas plásticas será una cuestión obligada para darse gusto y tan triste como para los que tengan que recurrir a cremas refrigeradoras de nabos y demás memeces que fabrican hoy día porque no saben utilizar la maza con imaginación.


En fin, me considero un tipo con suerte… los ftalatos no han hecho mella en mí porque mi madre me daba sopa de ajos a los cuatro años y chupé de la teta, y sobre todo mi madre no jugó con cosas raras, al menos de plástico, de manera que la antena funcionó, quizá demasiado pronto, y aun empina con ligero desvío hacia la derecha, de manera que mi señora esposa está la mar de contenta.


Así que dejaros de pollas plásticas, procuraros una vida sana y que le den a los ftalatos… lo digo por el bien de la humanidad.


miércoles, 6 de junio de 2012

VILLA ROSITA – II PARTE

Rosita se asomó por la puerta con un cuchillo de capar cochinos en la mano.

Qu'est-ce que vous désirez? Preguntó con voz quebrada desde el umbral de la porte.

Con las pintas que tiene usted y con el cuchillo en la mano, deseo salir por patas… a ser posible, le contesté.

Je ne l'entends pas garçon… me respondió, a lo que repliqué, pues si no me entiende estamos aviados señora.

Veut prendre un café ? Mon mari est mort dans le grenier, ne se préoccupez pas… me dijo con  risilla malévola.

Con su marido morte en el desván va a entrar son pere señora, nus partons cagando leches de ici pasque usted está acev un cencerre. ¿Vu me comprí?

N'ayez pas peur. Je l'invite à dîner. Je cuisine un chat…

No, si no tengo miedo, lo que tengo es prisa. Otro día me quedaré para cenar… gato. Aurevoir.

Adieu un monsieur, l'a attendu pour une autre occasion, je préparerai un dîner de mort…

Sí, eso es, espera sentada que ya vendré otro día para degustar esa cena de muerte… por los cojones Rosita



martes, 5 de junio de 2012

VILLA ROSITA

Villa Rosita es una maison a cotê de las ruínas de l'Hôtel de France et d'Angleterre, que en tiempos pasados, fue uno de los estandartes turísticos de Salies de Béarn, localidad famosa por sus baños termales. Hasta que se quemó, hace ya muchos años… el hotel.
Había un cartel que ponía "accès interdite". Nos lo saltamos a la torera contando con la eximente de no tener por qué entender lo que ponía, pues éramos españoles con todo lo que conlleva.
Cuando nos acercamos a Villa Rosita, unida al hotel mediante un paso elevado, me sentí observado.
Villa Rosita… Un nombre cándido en apariencia, inocente como una florecilla, pero a medida que nos íbamos acercando a la casa abandonada, un mal rollo tipo Viernes 13 se mascaba en el ambiente.
Empezaron a surgirnos interrogantes. ¿Quién diablos sería Rosita? ¿Por qué su maison está ruinée? ¿Puorqoui el hotel se chamuscó? ¿Por qué después de tanto tiempo, ninguna inmobiliaria ha metido mano para reformar el affaire? ¿Por qué, a pesar de tantos brotes verdes, todo está en ruinas comme dans l`Espagne?
Caminábamos despacio, procurando no hacer ruido. Lobita caminaba a mis seis acongogé. Yo, con la mosca tras la oreille, porque me sentía observado por Charlie… o por el espíritu de la zorra de Rosita. A pesar de tanto mal rollo, y del cartel que ponía accès interdite, proseguimos con el reconocimiento. La misión es la misión.
El silencio era sepulcral, roto solo por el sonido de nuestras pisadas, a pesar del sigilo. De pronto, me pareció escuchar el sonido de una cajita de música, de estas que tienen un mini organillo de cuerda que se acciona cuando se abre la tapa, sonando algo así como piti clin, piti clí, clin clin, piticlin… otra vez piticlin.

Maldita sea, me dije, Rosita se nos va a echar encima de un momento a otro, y yo con estas pintas. Un sudor frío se apoderó de mí. Pensé, esta putanne querrá arrastrarnos al infierno y yo no me he traído la ropa de verano, ni el GPSI (Global Position Sistem Infernal)
Al final, lo que confundí con la cajita de música tipo piticlín, resultó ser la alarma del móvil, pero con todo noté que alguien nos observaba desde la penumbra, como un francotirador al acecho, tras las baldas de una persiana.
Nos retiramos al rato, dejamos atrás Villa Rosita y el cartel en el que ponía accès interdite. Incluso fuera del recinto, me seguí sintiendo observado por esa tal Rosita.Por su puñetero espíritu. Por esa alma atormentada que miraba con envidia porque no podía poseerme, ya que pertenecía la loba que caminaba a mis doce, pues ya estábamos saliendo y para salir, ella era la primera.
Adieu Rosita, bonne chance dans l´enfer…



sábado, 2 de junio de 2012

GLORIA SUPERA EL BACHILLERATO A PESAR DEL SISTEMA
Mi hija Gloria ha terminado satisfactoriamente y con buenas notas el Bachiller y hoy han celebrado en el instituto la ceremonia de graduación, ceremonia que los profesores han tenido el mal gusto de convertirla en una especie de mitin para sus reivindicaciones. Serán muy justas, nadie lo discute, pero no era el momento ni el lugar.
Encima no tuvieron complejos en definirse como grandes profesionales de la enseñanza, con dos cojones… Además de mi hija, en su clase han superado el curso seis chicas más de un total de 25, esto es, se ha graduado el 28 % de la clase… menudo exitazo… como para sentirse orgulloso de ser profesor. Que el alumnado sea mediocre no es excusa para unos profesionales, los buenos marinos se demuestran cuando navegan en mitad de una tempestad, en un estanque todo el mundo es bueno. Mis abuelos fueron maestros, cuando ser maestro de escuela era lo que era, y se ocuparon de enseñar desarrollando su vocación. Que ahora los tiempos se han vuelto a joder está claro, pero así estamos todos, jodidos, algunos mucho y sin trabajo.

Muchas han sido las veces que me he tenido que poner a estudiar con mi hija para explicarle lo que sus profesores no lograron hacerle entender, y hoy, después de haber escuchado sus discursos, simplones, mal estructurados y sin dar la entonación adecuada, descubrí la razón por la cual mi hija muchas veces no comprendía lo que sus profesores le habían intentado explicar.

Que el sistema educativo está en peligro está claro, pero como ya dije en otra ocasión, la cosa se arrastra de lejos, joder, de tan lejos que ya fallaba cuando estudiaba yo.

Si mi hija ha superado el bachiller ha sido gracias a su voluntad de hierro y a los huevos que le hemos echado en casa para ayudarla, algo que no todos los padres están en disposición de poder hacer, por no saber, por no poder, o por no querer. Desde luego por la profesionalidad de los profesores que ha tenido, no ha sido, lo que no quiere decir que todos sean iguales.

Lo que más gracia me hizo fue cuando en el discurso de una de las alumnas, ésta agradecía a una de sus profesoras que les hubiera enseñado que ir a unas elecciones a votar es lo mismo que asistir a un plebiscito… a estas alturas del Bachiller, qué menos que saberlo.

Enhorabuena Gloria, por tu coraje y tu voluntad a pesar de lo que te tocó en suerte. Estoy muy orgulloso de ti.