sábado, 5 de mayo de 2012


RELATO DE UNA VOMITERA COLECTIVA - 1º Parte

La fotografía (de pésima calidad por limitaciones técnicas) la tomé en 1983 desde lo alto de la proa del transporte de ataque Velasco (ya desguazado) que tenía sus fauces abiertas para recibir a este carro tipo LVTP -7 (Landing Vehicle Tracked Personnel) un vehículo oruga anfibio destinado al transporte de soldados, en este caso infantes de marina. Lo que a continuación os relato es una de las experiencias más asquerosas, vivida en primera persona, a las que puede someterse un soldado de infantería de marina.


Amanecimos en la Ensenada de Zahara y estábamos a bordo del transporte de ataque Velasco, después de tres días dando bandazos por el Golfo de Cádiz que ya nos hizo vomitar lo suyo. Era día D y se aproximaba la hora H de hijoputada en la que realizaríamos el desembarco en la playa frente a la Sierra de Retín.

Nos había tocado desembarcar a bordo de un carro anfibio LVTP-7, la peor de las opciones disponibles. Formábamos un comando de 12 hombres liderados por un teniente, aunque la capacidad total del carro era de 25 hombres totalmente equipados sin incluir a los tres tripulantes que ocupaban cúpulas independientes para el conductor, el artillero y el Jefe de carro.


Las dos primeras cosas que nos enseñaron en el adiestramiento para operar con estos carros, eran cómo abandonarlo por las trampillas superiores en caso de que se hundiese, y sobre todo cómo vomitar dentro del carro, un acto reflejo que se daba por sentado.
Entramos por la compuerta posterior del LVTP-7 y nos colocamos sentados en las tres hileras de asientos corridos. A mí me tocó en la hilera central, hacía proa, entre un veterano y un chaval de mi quinta. La alarma de cierre de la compuerta empezó a sonar y pronto nos quedamos a oscuras en el interior de esa especie de lata de sardinas blindada. La única luz natural que entraba era la proveniente de las escotillas de los carristas, nuestro habitáculo sólo estaba iluminado por una tenue luz roja.

Al poco notamos como el carro avanzaba estruendosamente con las cadenas por la cubierta inferior del buque, para inmediatamente después, notar el brusco chapuzón al salir por la compuerta de proa del Velasco y entrar en el agua. A partir de ese momento, propulsándose el carro por los 2 hidrojets accionados por cardanes y deflectores hidráulicos, empezó la fiesta… Rock and Roll como dicen los americanos.

Íbamos casi a oscuras, en el interior de un objeto flotante que se balanceaba incontroladamente hacia todos los lados, con un insoportable calor, el aire viciado por un pestazo tremendo a gasoil y a humanidad, los ingredientes perfectos para una vomitera. La cuestión no era si vomitaría alguien, sino quien vomitaría primero, y la pregunta que más nos inquietaba era qué oleada de desembarco nos había tocado.
Los desembarcos, al menos en mi época, se hacían por oleadas. La primera oleada era el primer grupo que se lanzaba hacia tierra, y en caso de guerra, eran los que más probabilidades tenían de palmar por eso de encontrarse toda la morterada del fuego enemigo. Pero estábamos en paz y salir los primeros era una bendición, mas, no era el caso.

Nos tocó la tercera oleada y eso quería decir que teníamos que esperar en una zona mar adentro navegando en círculos hasta que nos tocara salir hacia tierra, es lo que se llama hacer la pescadilla (Las pescadillas se suelen freír mordiéndose la cola) Lo íbamos a pasar mal cuanto menos, pero yendo en la tercera oleada, lo pasaríamos peor, sobre todo cuando navegábamos atravesados a la mar con el viento de levante haciendo de las suyas.


Continuará.

4 comentarios:

  1. Cuanto mal ha hecho la retirada del servicio militar obligatorio....

    Al menos no enterábamos del color de las cosas, no de todas, pero si de muchas.

    Un abrazo...

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  2. ¡Cuántas aventuras nos describes, con vomitera incluida!
    Abrazos.

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  3. Solo con leerte ya estoy mareado, me nos mal que hice la mili "atrincherado" en la barra del pabellón de suboficiales poniendo cervezas y cafés, un saludo y que fatiga....

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  4. Estoy con Mario...
    A pesar de estar en el TEAR durante un año y de pertenecer a las compañías Carros, Contra Carros y LVT's, en ningún momento subí a un LVT. Era el administrativo, con eso lo digo todo.
    Me pasé tres meses de maniobras, pero pegando tripazos y con el cetme pegado a mí como una novia.
    Como siempre, excelente relato.
    Eso es estar vivo...aunque huela a podredumbre.

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